sábado, 6 de marzo de 2010

Performance contra la Sama-Velilla "a la luz de las velas"

Viernes 5 de marzo. 10:40 de la mañana. Llego al edificio de la Junta, con la vela en el bolsillo. Tengo otra más escondida por si ésta no pasa. Pero paso el control sin problemas. Empiezo a ver llegar gente que toma posiciones en el hall y me digo...éstos son de los míos seguro. Pero hasta que no llega Camino, todos estamos esperando, disimulando, dando vueltas...

Llega Camino y nos vamos acercando a ella y le preguntamos...¿subimos, bajamos?...estamos expectantes...conozco amigos que hasta ahora habían sido sólo virtuales y con ellos la espera hasta las 11:00 se me pasa volando. Las 11:00, llega la hora de dispersarse...

Nos repartimos por plantas y a las 11:05 suena un silbato...la señal! Enciendo mi vela y empiezo a leer mi poema, que es de Antonio Gamoneda, a la vez que los compañeros que tengo al lado hacen lo mismo...terminamos de leer y con las velas encendidas, bajamos al hall. A todo esto, el guarda de seguridad no para de ir de un lado a otro, desconcertado y la gente ha salido de sus despachos a ver qué pasa....

Con las velas en el suelo y desplegando las banderas leonesas, algunos con la camiseta verde que no querrían tener que volver a ponerse, entonamos el himno de la montaña, ese himno que te hace erizar el vello cada vez que lo oyes y que te saca una lagrimina cuando la tienes lejos: Viva la montaña.

Mientras cantamos, el guarda se afana en ponerse delante de los fotógrafos para que no inmortalicen el momento, pero son muchos y mientras tapa a unos, los otros hacen su trabajo y vicecersa.

Termina el himno, la gente aplaude desde todos los rincones de ese edificio, del que se me atraganta el nombre...y nos vamos como llegamos...sin hacer ruido. Pero dejando muy claro el mensaje...no nos vamos a rendir, la Sama-Velilla no se va a hacer, NO!

Aquí dejo mi vela y mi poema, que es de Gamoneda, extraído de su novela "Extravío de la luz"






Cuando del corazón surge un grito amarillo
grandes sargas se extienden sobre rostros amados.
Me dicen que ya es tarde y que el pastor de sombras
es ahora obediente a manos invisibles.

En nosotros ha entrado una serpiente ciega.
Ya nadie ama ni sonríe.

Un huracán de signos avanza inútilmente.
Las últimas mentiras se disfrazan de invierno.

Alguien entra descalzo a la fosa de los números,
alguien está anudando las cuerdas del olvido.

Los hay que cantan lívidos al borde del suicidio
y los más silenciosos copulan sin esperanza.

Un paso más allá todo es inexistencia;
todo se explica en el no ser.
Ya veo la turba incandescente.
Van a venir muy pronto
los reptiles del llanto.

Alguien gime cercado por la púrpura.
Alguien abre despacio la mirada sabiendo
que en su córnea se esconden las cifras terminales
y que su pensamiento
no es más que una sustancia que precede a la muerte.

Cunden fétidas rosas; sus pétalos cansados
descienden a mis manos. Silenciosas, se acercan
las madres que no olvidan.

Frutos enloquecidos
se unen a los restos desprendidos del fósforo
y las últimas sílabas, a las incomprensibles.

En la hora imposible despertará el durmiente;
como un cuchillo negro te mirarán sus ojos.
Vas a quedarte solo. Tu cuerpo tendrá frío
desnudo para siempre, desnudo hasta los huesos.

Acepta tu extravío, entrégate a la luz:
la luz es el comienzo de la causa invisible.
A. GAMONEDA


y mi particular "Viva la montaña":





La noticia en:

http://leonoticias.com/frontend/leonoticias/Una-Performance-a-La-Luz-De-Las-Velas-Contra-La-Sama-Velil-vn45113-vst216


http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=512255






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días a tod@s, como ya sabréis ayer alegramos la mañana a las personas que se encontraban en el edificio de la Junta.

Como estos días teníamos en León a un equipo de la revista Interviú y también teníamos pendiente poner en escena un performance en el edificio de la Junta, pues una mas una dos y nos pusimos manos a la obra.

El performance consistía en llegar con nuestras velas bien guardadas y con un poema, cada uno el que eligiera, ir colocándose por los distintos pisos y al oír un silbato que sonaría a las 11.05 comenzar a encender nuestras velas y a leer cada uno su poema.

Después bajaríamos tod@s al hall y allí colocaríamos las velas y cantaríamos “VIVA LA MONTAÑA”. Fue un lujo poder compartir con todos los asistentes este momento, los funcionarios salieron de sus despachos a ver lo que pasaba la gente nos aplaudió y muchos nos comentaron que si llegan a saber esto, habrían estado con nosotros.

Con todo esto lo que queríamos decir es que con la luz de las velas que significa la luz de nuestros corazones tenemos que alumbrar el futuro de nuestra tierra, tenemos que enseñar a las instituciones que hay que abrir los oídos al sonar de las poesías que son las voces de los ciudadanos y no estar en sus palacios de poder y gobierno ajenos a la realidad de un pueblo, el leones, que dice basta ya SAMA-VELILLA NO.

Tenéis que perdonar que no se pudiera avisar a tod@s los que os hubiera gustado estar, pero tenia que ser algo manejable y muy muy discreto. Para la próxima seguro que podréis asistir.


Solo podemos dar las gracias a tod@s los que pudisteis acompañarnos, a los que lo intentasteis y no pudisteis, a los que ya sabían que no podrían y nos enviaron su pensamiento, a los funcionarios de la Junta, a los guardias de seguridad, y a las fuerzas de orden publico que se personaron y por supuesto a los medios de comunicación. Todo esto no tendría ningún sentido si vosotros, los medios, si no os hacéis eco de nuestros actos.

Gracias a tod@s, tenemos que ganar esta lucha y solo con vuestra ayuda será posible.

También quiero hacerme eco del agradecimiento del Inma y de Paco, los periodistas de Interviú que compartieron estos dos días con León, que quedaron entusiasmados con nuestra provincia y con sus gentes.

Ya nos avisaran para cuando sale su artículo y os lo enviaremos.

Un saludo.
Camino Alonso.

La utopía de Irma dijo...

Enhorabuena... por este pequeño "GRAN" logro y ojalá vean la luz esas velas.

NO A SAMA-VELILLA!, que ya bastante nos han sangrado nuestra montaña y nuestra tierra.

Besines, Irma.-