Al verla siento un cosquilleo en el estómago. Entro en el pueblo despacio, intentando no llamar demasiado la atención. Todo sigue igual, las casas, la gente.... cruzo el pueblo y, subiéndome a la acera, aparco enfrente de la casa.
La casa está llena de puertas y yo entro por la más pequeña, lamento la torpeza de no haber cogido la linterna y mientras subo las escaleras, un escalofrío me recorre la espalda. Me acerco con cuidado y evito pisar las tablas sueltas, pero tropiezo, y estoy a punto de caer, aun así después de algún que otro desequilibrio, consigo pasar al otro lado...
Todo está en penumbra, pero gracias al hilillo de luz que lucha por colarse por la contraventana, la veo... apenas asoma unos centímetros. Esquivo los últimos trastos y abro la pequeña ventana del fondo, para poder disfrutar del momento. Al lado de la ventana hay una silla desvencijada y polvorienta pero aun así, me siento.
Por fin la tengo en mis manos...está desgastada en los laterales y llena de polvo. Paso mi mano por encima y siento una profunda nostalgia: Es la caja de mis recuerdos, de la niña que siempre sueño.
Levanto la tapa lentamente, cierro los ojos y vuelvo a mi infancia y, por un momento... escucho a mi padre hablar con la abuela, mientras mi madre me hace la merienda. Hoy, la merienda es mi preferida, mi mamá me ha hecho una “tosta” de pan con nocilla....
En la calle me encuentro con Jorge, que es mi gran amigo. Somos inseparables. Mientras me enseña las nuevas canicas que ha ganado, yo saco mi peonza nueva, me da igual que digan que es un juego de niños. Me la ha comprado mi abuelo por sacar un sobresaliente, aunque dice mi madre que me malcría, que los sobresalientes en gimnasia no cuentan...
Al ratín, llegan Carlos, Mónica y Ricardo y decidimos echar a suertes quien la lleva primero. Miro hacia arriba por si mi madre se asoma...siempre me regaña por empezar a jugar sin terminar la merienda...no hay nadie en la ventana...así que empezamos...
La lleva Ricardo... echo a correr, pero yo soy la más pequeña y enseguida me pilla...
Javi, que es el mayor, tiene mucha suerte... su hermano se ha ido del pueblo y ha heredado su bicicleta....a mí nunca me pasan cosas así....
Poco a poco abro los ojos y los recuerdos se van difuminando lentamente...
En ese desván, con mis recuerdos, soy feliz por un instante y pienso...Dios, cómo pasa el tiempo...
Merche.
2 comentarios:
Que bonito ehhh y como han cambiado los tiempos, ahora no meriendan nocilla porque engordan, no corren porque desgastan las zapatillas... en fin que bien lo pasábamos.
Está genial y que juego daban los pueblines yo cuando iba al de mi mami, creo que no habia rincón que no conociese.
¡¡Qué recuerdos!!, besines Irma.-
Si, los mejores momentos han sido en el pueblin de vacaciones...
Me alegro que te haya gustado :)
Besines ;)
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